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Más cerca de resolver el «problema de los tres cuerpos» propuesto por Newton hace 300 años

Hace 300 años, Isaac Newton logró explicar el movimiento de los planetas alrededor del Sol mediante la ley de la gravitación universal. Gracias a él podemos saber dónde estará cualquier cuerpo celeste y cómo los objetos espaciales interactúan entre sí por la gravedad. En concreto, Newton se fijó en la Tierra, la Luna y el Sol, lo que le llevó a plantearse otra pregunta: si estaba claro cómo orbitaban dos mundos entre sí, ¿cómo lo harían tres? Es así como postuló el llamado ‘ problema de los tres cuerpos‘, que a día de hoy aún sigue siendo un misterio. Aunque un nuevo estudio publicado en la revista ‘ Celestial Mechanics and Dynamical Astronomy‘ puede brindar una nueva forma de mirar este enigma con siglos de antigüedad.

El genial físico no pudo obtener una solución matemática general y los que vinieron detrás tampoco lo han logrado. Pero eso no quiere decir que no se hayan dado pasos. De hecho, la nueva investigación dirigida por el físico Barak Kol, del Instituto de Física Racah de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ha reexaminado los conceptos básicos que sustentan las teorías anteriores para saber la probabilidad de que cada uno de los tres cuerpos escape del sistema en un momento dado.

Los avances en tres siglos de investigaciones

Pero vayamos por partes. Después de que Newton planteara el problema y de que otros colegas como EulerLagrange Jacobi intentaran resolverlo, a finales del siglo XIX, el matemático Poincaré descubrió que la cuestión presenta una sensibilidad extrema a las posiciones y velocidades iniciales de los cuerpos. Es decir, que se necesita saber con mucha exactitud dónde se encuentran al principio los tres cuerpos en cuestión. Esta particularidad, que más tarde se conoció como ‘teoría del caos‘ o que cualquier mínimo cambio provoca un ‘efecto mariposa‘ que cambien por completo todas las predicciones, implica que no existe una solución cerrada al problema y que cada caso es particular. Esto es: no existe una ecuación que sea capaz de predecir cómo se moverán los objetos, ni de determinar si sus órbitas serán o no estables en el tiempo.

En el siglo XX, el desarrollo de los ordenadores permitió reexaminar el enigma con la ayuda de simulaciones computarizadas del movimiento de los cuerpos. Las simulaciones mostraron que, bajo algunos supuestos generales, un sistema de tres cuerpos experimenta períodos de movimiento caótico o aleatorio que se alternan con períodos de movimiento regular, hasta que finalmente el sistema se desintegra en un par de cuerpos que orbitan su centro de masa común y un tercero que se aleja o se escapa de ellos.

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