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Plantas, semillas y frutos desde la tradición cultural en Honduras

Tegucigalpa,Honduras martes 15 diciembre 2020

Es indudable el vínculo constante entre hombre-naturaleza y en ese sentido el primero ha logrado un profundo conocimiento sobre las plantas y las viene utilizando con diversos fines: consumo, rituales, medicina, control de plagas, construcción, ornamento e incluso hasta en la elaboración de “pócimas letales”. De mal recuerdo es el uso del “camotillo” en el noroccidente del país, razón por la que muchos investigadores han recogido relatos sobre los efectos nocivos de esa endémica planta. “Existe la creencia de que si usted quiere envenenar a alguien, debe dejar la raíz del camotillo fuera de la tierra, por la cantidad de días en los que desea que la persona muera, si la deja fuera por dos días, la persona morirá en dos días, si la deja por una semana, está hará efecto en una semana y así sucesivamente”.

Utilizando la corteza de un bejuco tóxico, miembros de las comunidades tolupanes en la Montaña de la Flor (Yoro), siguen atrapando peces. Lo mismo sucede con algunas familias misquitas y tawahkas aledañas a las riberas de los ríos, al verter las hojas y cortezas en “aguas retenidas” del bejuco denominado “ispail basalka” los peces se asfixian por lo que salen a la superficie y ahí se recogen.

En algunas ferias de nuestros pueblos del occidente de Honduras, hemos podido observar “jabones especiales” utilizando de base las semillas de árboles como el Aceituno, Guanacaste y Pacón.

La población de Honduras en su mayoría se autodefine como mestiza, mientras el actual Estado reafirma su condición de pluriétnico y multicultural, aunque solo sea en el papel. Pocas veces reparamos en los vínculos constantes entre las comunidades indígenas y sus entornos naturales bien conservados, de ahí el imperativo de acercarse a estas poblaciones, pero más considerándoles como un asidero de conocimientos.

Expertos en ciencias ambientales nos explican que varias plantas en nuestro país son endémicas, otras proceden de lejanas latitudes. No debemos olvidar que el proceso de conquista y colonización fue un largo sumario de intercambios, incluso algunas especies procedentes del sudeste asiático están presentes, primero en Europa y luego en América. Esa reciprocidad de plantas, semillas, frutos continua vigente, quizás lo que ha cambiado son algunos nombres y usos.

Como referencia los españoles trajeron a América “mangos, naranjas, limones, peras, manzanas, trigo, maicillo, caña de azúcar entre otras” América por su parte contribuyó con el viejo mundo con “maíz, papas, aguacates, piñas, ayotes, anonas, tomates, zuncuyas, cacao, tabaco, maracuyá y henequén para mencionar algunos.” De ese intercambio fructífero, el cacao se transformó en chocolate, de la caña de azúcar surgió el “guaro” y del tabaco los “cigarrillos” para que los advenedizos también alucinaran, difícil olvidar para los europeos, que las “papas”, les salvaron de enormes hambrunas a lo largo del siglo XVIII.

Fuente: La Tribuna

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