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El Hubble encuentra un mundo que se comporta como el fantasmal «Planeta 9»

Representación artística de HD106906 b, el exoplaneta de órbita inclinada y alargada

En los últimos cinco años varios astrónomos han sugerido una opción que cambiaría nuestra concepción del sistema solar: que ahí arriba, en las afueras, existe un noveno y gigantesco planeta, demasiado lejano como para haberlo detectado hasta ahora: el «Planeta 9». Las órbitas de algunos objetos transneptunianos, cuerpos situados más allá de Neptuno, pueden encajar con lo esperado si un mundo con un tamaño comparable al de Neptuno estuviera ejerciendo su influencia gravitacional sobre ellos. Además, algunos astrónomos creen que en la vecindad del sol hay planetas más grandes que Júpiter, a veces considerados como enanas marrones y algo así como estrellas que no brillan, también ocultos en la oscuridad.

Ahora, una investigación que se ha centrado en un punto muy lejano al sistema solar, a 336 años luz de la Tierra, ha hecho algunas averiguaciones que pueden ser interesantes para desentrañar el misterio del Planeta 9. Un equipo de astrónomos, dirigido por Meiji Nguyen, investigador de la universidad de California en Berkeley (EE.UU.), ha podido medir la órbita de un exoplaneta gigantesco, 11 veces más masivo que Júpiter, y de nombre HD106906 b. Además, la novedad es que ésta ha sido la primera vez en que se ha estudiado el movimiento de un planeta gaseoso tan lejano de su estrella. Sus conclusiones se han publicado en « The Astronomical Journal».

HD106906 b es el nombre de un mundo descubierto en 2013 por el Telescopio Magallanes, en el Observatorio de Las Campanas, en Chile. Gracias a la presencia de un peculiar disco de residuos y gas en el entorno de su estrella, varios astrónomos centraron su atención en la zona y acabaron descubriendo la presencia de un exoplaneta por el método de imagen directa. Sin embargo, al principio no se sabía nada sobre su órbita.

Tras 14 años de medidas muy precisas, recopiladas por el legendario telescopio espacial Hubble, de la NASA, esta situación ha cambiado. Ahora sabemos que HD106906 b está muy lejos de su estrella hospedadora, un sistema binario (o sea, una estrella doble), situado a 730 Unidades Astronómicas (UAs), cuando una UA es la distancia que separa la Tierra del Sol, y equivale a cerca de 150 millones de kilómetros. La distancia es tal, que el planeta necesita 15.000 años para recorrer su órbita, a una velocidad muy baja y muy lejos de la influencia gravitacional de sus estrellas.

Lo más sorprendente para los astrónomos es que la órbita de este lejano mundo está muy inclinada y es muy alargada, extendiéndose mucho más allá del disco de residuos que rodea a sus dos estrellas.

«Para subrayar por qué esto es raro —ha comentado Nguyen en un comunicado— sencillamente tenemos que mirar hacia nuestro sistema solar, y ver que todos los planetas están en el mismo plano».

Pero a 336 años luz de la Tierra, en algún punto en la constelación de Crux, no ocurre lo mismo. «Sería raro si, por ejemplo, Júpiter estuviera inclinado 30 grados en relación con el plano que orbitan los otros planetas. Por eso, tenemos todo tipo de preguntas sobre cómo HD106906 b acabó en una órbita así».

¿Qué empujó a HD106906 b?

La explicación que consideran más probable es que HD106906 b se formó a solo 3 UAs de sus estrellas, pero que el rozamiento con el disco de gas y residuos le hizo perder velocidad y aproximarse poco a poco hacia sus soles. Entonces, llegó un momento en que las fuerzas gravitacionales lo lanzaron hacia la inmensidad del espacio.

Este mundo podría haber acabado convertido en un planeta errante, sin ningún sol atrayéndolo con su gravedad, pero alguna estrella cercana lo estabilizó y evitó que así fuera. De hecho, los datos del gran sondeo del satélite Gaia, de la Agencia Espacial Europea (ESA), ya han proporcionado varias estrellas candidatas.

Algo así podría haber pasado en el sistema solar. El Planeta 9 se podría haber formado en el sistema solar interior, pero haber sido expulsado a las afueras, más allá de Plutón, por sus interacciones con el gigantesco planeta Júpiter. De nuevo, la interacción de otras estrellas vecinas habría evitado que este planeta 9 se hubiera convertido en un vagabundo.

El pasado del sistema solar

«Esto es como si tuviéramos una máquina del tiempo para ver cómo era nuestro sistema solar hace 4.600 millones de años —ha comentado Paul Kalas, coautor del trabajo y también investigador en Berkeley— y estudiar qué pudo ocurrir cuando nuestro sistema planetario era dinámicamente activo y todo estaba siendo zarandeado y recolocado».

Hasta ahora, sin embargo, las evidencias sobre la existencia de un Planeta 9 se limitan a la presencia de objetos transneptunianos con órbitas difíciles de explicar e inusuales en comparación con el resto del sistema solar. Apuntan en la dirección de que acabaron así tras recibir el tirón gravitacional de un gigantesco planeta, pero hasta que no se descubra no se podrá saber si así fue.

«A pesar de no haber detectado el Planeta 9 hasta la fecha, su órbita se puede inferir, en base a sus efectos sobre varios objetos de las afueras del sistema solar», ha comentado Robert De Rosa, coautor del trabajo e investigador del Observatorio Europeo Austral (ESO). Dichos efectos hacen presagiar que este mundo «tendría una órbita excéntrica e inclinada (…) similar a lo que estamos viendo con HD 106906b».

Los autores de este trabajo esperan que el telescopio espacial James Webb, sucesor del Hubble con increíbles capacidades, pueda recoger más datos sobre HD106906 b para saber más sobre cómo y dónde se formó, así como para mejorar las estimaciones sobre su órbita.

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